Fuerza Bruta
2020 | Museo de Arte e Historia de Guanajuato | León, MX

Curada por Viviana Kuri

La obra de Jose Dávila confronta las fuerzas fundamentales de la naturaleza e incide en la realidad, contiene la potencia de lo esencial, el peso de los materiales en bruto. Esculpe en objetos tangibles, en formas geométricas simples y claras, las complejidades de la realidad, las negociaciones a las que nos enfrentamos con el mundo, con los otros, y con nosotros mismos. Sus piezas no son lo que los ojos ven, rompen el orden de lo aparente, no son inocentes,  son fragmentos del mundo en los que él mismo está implicado, no es objetivo, sólo pretende ser honesto.  Dice la filósofa Marina Garcés que ser honesto con lo real no es mantenerse fiel a los propios principios, es exponerse e implicarse. No solamente participar sino entrar en escena, tomar posición y violentar la validez de lo establecido.

¿Cómo estamos en la realidad?, es decir, ¿cómo pensarla y cómo transformarla? Que las obras artísticas traten temas políticos no implica que éstas traten honestamente con lo real. La honestidad con lo real no se define por sus temas ni por sus procesos, sino por la fuerza de su implicación. “En el trato de la realidad no se juega simplemente la acción de un sujeto sobre un objeto, medible a partir de una causa y unos efectos. En el trato hay un modo de estar, de percibir, de sostener, de tener entre manos, de situarse uno mismo. El trato es un posicionamiento y a la vez una entrega que modifica todas las partes en juego. Tratar honestamente con la realidad significa entrar en escena”. (M. Garcés)

El nombre de la pieza que titula a la muestra Fuerza bruta, remite en primera instancia a las fuerzas que prescinden de toda razón, al movimiento que anula al intelecto. Pero también, ¿qué no es la reunión de la voluntad en la potencia de un gesto decisivo que posibilita la creación, la destrucción o la alteración de los preceptos establecidos? Implicarse y correr el riesgo requiere un acto de fuerza bruta, de fuerza de honestidad, voluntad y valentía para cuestionar la propia visión y posicionamiento ante la realidad, para escuchar otras voces, ejercer nuevas alianzas, tomar partido por los otros. Sí, de ir en contra de nuestros propios intereses: nuestra identidad y nuestras seguridades serán los primeros afectados. Dejar de estar anestesiados, dejar de vivir como si no estuviéramos en el mundo.

Algo nos resulta inquietante y cautivador en el trabajo de Dávila, no logramos entender cómo es que funciona, escapa de nuestro universo de lo familiar. Resulta que la decisión ya fue tomada sin que nadie lo sepa aún. El artista como buen funámbulo, toma el riesgo de suspender sus obras igual que a sí mismo: “la suspensión no es un tiempo detenido antes de que ocurra algo, sino que es el suceso mismo; la entrada en ese tiempo íntimo donde en realidad la decisión ya fue tomada…”  (A. Dufourmantelle).

Correr el riesgo de estar en suspenso, estar suspendido en un hilo conceptual y no fiarse de ninguna noción prefabricada, estar lo más lejos posible de los prejuicios, del cuajo de posturas y certezas ajenas. Suspender no es esperar, no es diferir ante el miedo: es un acontecimiento en sí, en su no acción efectiva, es dudar de nuestra identidad misma, suspender el juicio para re pensar, para pensar por uno mismo. Una de las funciones de la idea estética es lograr que la imaginación violente al entendimiento forzándolo a pensar más, a pensar diferente, ampliar las posibilidades y entonces agrandar el entorno con nuevos conocimientos y entendimientos, que en última instancia nos liberen de nosotros mismos.

Texto por Viviana Kuri