Base / Progetti per l’arte presenta la exposición de Jose Dávila. El proyecto, específicamente concebido para la ocasión, consta de dos instalaciones escultóricas site-specific que, cruzando los dos entornos del espacio sin ánimo de lucro en Florencia, entran en conflicto y en armonía entre sí al mismo tiempo. Una roca suspendida, un tubo circular de metal destinado a la construcción, un globo blanco [negro], una piedra en el suelo y finalmente una manzana de bronce son los elementos que el artista mexicano coloca en un diálogo único lleno de tensiones visuales y físicas. El objetivo es investigar, desde diferentes puntos de vista, temas recurrentes en su obra, como la noción de equilibrio y extrañamiento, de escultura y monumento, de orden estructural y caos generativo, llegando a la pregunta de cómo entendemos el concepto de lo natural o lo moderno hoy. El centro de la experiencia que Dávila propone al espectador está ligado a la visualización, al deseo de desafiar o subvertir los efectos de la gravedad. Son estas tensiones – según el artista – las que han moldeado e influido en la historia de la escultura – desde la antigua Grecia hasta el Renacimiento, desde el neoclasicismo al modernismo, pasando por la manipulación de materiales o la síntesis de una fuerza simbólica específica.
“La favola della mela”, título de la exposición, es un símbolo perfecto de cómo funcionan los sistemas de comunicación, incluida la ciencia y el arte. Sistemas que tienen la capacidad de actuar como vehículos narrativos para introducir conceptos abstractos en el ámbito de la vida cotidiana. Las esculturas, dentro de esta exposición, pueden verse, como gestos intermedios, a medio camino entre la destrucción inminente y la permanencia inmutable. Es la puesta en escena de un instante que se expande hasta el infinito. En parte es una crítica al presente expandido de lo tecnológico hoy, donde todo parece suceder solo aquí y ahora, pero también una forma de reflexionar sobre nuestro pasado, sobre la forma de recordar y consecuentemente sobre las formas de construir nuestro futuro. Con estas palabras, Dávila describe su intervención en Base, especificando que “utilizar el objeto manzana como metáfora de una de las leyes más eminentes de la física (pensemos en la teoría de Isaac Newton) y al mismo tiempo actuar como símbolo de la humanidad cristiana occidental (la representación del pecado original), pretendo proponer una exégesis de la tradición de la escultura minimalista de los años sesenta, utilizando un vocabulario orientado a la vivencia de formas que destaco por medio de la especificidad de sus materiales”.