El acto de colocar objetos—posicionar materiales en relación unos con otros—se convierte en el gesto fundamental de la creación. Esta acción simple y primordial inicia la aparición de la forma, haciendo énfasis en la relación entre elementos dispares y la delicada negociación entre el peso y la ligereza. Las esculturas y pinturas de esta exposición reflejan este interés en la forma como resultado de la interacción y la tensión, no del diseño rígido. Aquí, la incertidumbre no es solo un fenómeno físico, sino también conceptual, invitando al espectador a contemplar el espacio del no-saber, dónde la curiosidad y la creatividad echan raíces.
Los materiales elegidos para este cuerpo de obra—acero, roca, concreto y superficies espejadas—han sido seleccionados tanto por su peso como por su resonancia simbólica. A través de la fricción, la compresión y la gravedad, estos materiales forman estructuras precarias, donde la presencia y el colapso potencial coexisten en un equilibrio delicado. Estas obras abordan tanto la experiencia física de la inestabilidad como su resonancia simbólica, ofreciendo una exploración de la transformación y los límites de la forma.
Las pinturas que acompañan, realizadas sobre lino crudo sin tratar, profundizan en formas geométricas y motivos circulares. Con algunas piezas de gran formato y otras más pequeñas, las pinturas se construyen a partir de formas repetidas y geometrías circulares presentes a lo largo de la historia del arte. Estos patrones cíclicos evocan un sentido de retorno, donde cada iteración revela una leve variación, un cambio de color o una capa de significado sutil. El enfoque del artista no es el de la imitación directa, sino el de la traducción, extrayéndolo de un archivo vivo de la historia del arte para reconfigurar e interpretar nuevos lenguajes visuales.